La misión de nuestra Congregación la hacemos presente por medio de diferentes actividades apostólicas, intentando dejar en ellas impreso el Carisma que nos dejó nuestra fundadora, la Beata Piedad de la Cruz: llevar con nuestro testimonio y acciones el amor misericordioso y providente a todas las personas con las que nos encontramos en el camino.
Presentes en lugares y zonas lejanas donde las carencias humanas y económicas son causa de sufrimiento constante en las personas y donde muchas veces la responsabilidad social no se ha hecho sensible ni presente como es en las zonas rurales y de postergación.
Donde el dolor humano y la debilidad física hacen vulnerable al ser humano y por tanto, apremia la compasión y el amor de Dios, atendiendo a los ancianos, enfermos, discapacitados y postergados en sus hogares, centros sanitarios y residencias de ancianos.
Colaborando en promover la fe por medio de las catequesis y actividades pastorales con niños, jóvenes y adultos, así como también acompañando a enfermos, adultos mayores y postergados en parroquias y diócesis.
A través de la educación en la fe como fin especial y de la promoción humana y social que los lleve a lograr valores cristianos y humanos en coherente compromiso con la sociedad como es en centros infantiles, colegios y centros de promoción profesional.
Por medio de nuestra presencia consagrada y activa junto a las personas con las que trabajamos en la misión procurándoles no sólo un bienestar físico y humano, sino también acompañándoles espiritual y vocacionalmente en su fe.